lunes, 28 de agosto de 2017

LA GRAN APOSTASIA

LA GRAN APOSTASÍA
Un Estudio de 2 Tesalonicenses 2:1-12
En 2 Tesalonicenses 2, el Apóstol Pablo nos advierte, por inspiración, de la venida de lo que él llama la apostasía (verso 3). El artículo determinado es usado con la palabra griega apostasía como si el apóstol se refiriese a alguna específica apostasía ya conocida por sus lectores. Él les confirma ese conocimiento que tienen de esa apostasía cuando les dice, en el verso 5: "¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros, os decía esto?" Él no les había simplemente mencionado este asunto una vez, sino más bien lo había discutido con ellos varias veces mientras estaba en Tesalónica. Ahora en su ausencia él estaba escribiéndoles para darles instrucción necesaria para ayudarles a evitar el engaño, la desilusión y el temor.
En su primera carta dirigida a ellos, Pablo había mencionado la segunda venida de Cristo, la parousía, varias veces (2:19; 3:13; 4:15; 5:23). Él les enseñó que en el regreso de Cristo los creyentes que durmieron serán levantados de la muerte (4:13-18; cf. 1 Cor.15:23). Aparentemente, los Tesalonicenses habían oído después un reporte o profecía, o aun habían recibido una carta espuria como si fuera de Pablo, en el sentido de que el Día del Señor ya había llegado (verso 2). ¡Estas inquietantes noticias debieron haber sugerido que ellos habían de algún modo perdido la venida del Señor, y su arrebatamiento para encontrarse con él en su descenso del cielo!
Fue para disipar tales temores que Pablo declaró que el Señor no había aún llegado, y para probar la verdad de esto él señaló que ciertos eventos deberían ocurrir primero--eventos aún futuros para los Tesalonicenses pero ya secretamente en preparación (v.7). El primero de estos eventos sería la apostasía, aparentemente la caída de un considerable número de creyentes de la verdadera fe enseñada por Jesús y sus apóstoles. Jesús mismo había usado el verbo del que está basado el sustantivo apostasía, en Lucas 8:13, en la Parábola del Sembrador. Él habla de aquellos que "creen por un tiempo, pero que en el tiempo de la prueba se apartan". Pablo estaba por advertir a los ancianos de la iglesia de Efeso que después algunos, aun de entre su grupo, "se levantarían y distorsionarían la verdad a fin de arrastrar tras sí a los discípulos" (Hechos 20:30). Pablo posteriormente usaría el mismo verbo que Jesús había usado, en su primera carta a Timoteo: "El Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios" (4:1). Los judíos acusaron a Pablo mismo de haber apostatado del judaísmo (Hechos 21:21), y el escritor del libro de Hebreos dio advertencia a sus lectores, a fin de que "no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo" (3:12).
La apostasía, por tanto, es claramente un abandono de la fe que uno profesó al principio. Esta apostasía puede ser evidente, en aquel que declara públicamente que ha renunciado a la fe que una vez ha profesado. Un ejemplo de este tipo puede ser visto en un cristiano profesante que decide rechazar el cristianismo a favor de alguna otra religión o aun volverse un ateo o agnóstico. Él es entonces un "apóstata" del cristianismo. La apostasía puede ser también secreta: Uno continúa profesando la fe aparentemente pero en realidad abandona su contenido esencial y lo sustituye por
una fe y práctica muy diferente al original. Puesto que Pablo usa la palabra “misterio” o “secreto” en el verso 7, esto puede indicar que lo que está describiendo tiene que ver con este tipo de apostasía.
¡Este tipo es obviamente mucho más peligroso que el otro, debido al engaño e intriga que pueden estar envueltos en su práctica y propagación!
La mención de Pablo sobre "El hombre de pecado" (V.R.J) ó "El hombre de Desafuero"(NBI) en 2 Tesalonicenses 2:3 parece estar conectada a la inmediata mención precedente de la apostasía, como si el surgimiento de esta persona es el resultado directo de esa apostasía. Ello sugiere que esta persona viene a ser el líder o el mayor representante de la apostasía, cuando, como un cuerpo, aquellos que han venido a ser apóstatas le escogen o le reconocen ese rol. Por ejemplo, si en algún momento después de los días de Pablo un considerable número de cristianos profesantes hubieran llegado a creer y practicar una fe que hubiese tenido suficiente error en ella como para ser llamada "la apostasía", y si este grupo hubiese tenido un líder que encarnó y promovió aquellos errores, semejante líder, hubiera sido, verdaderamente, ¡un Hombre de Pecado u Hombre de Desafuero! Esto, en efecto, fue exactamente lo que ocurrió--empezando secretamente y lentamente mientras Pablo aún les estaba escribiendo, pero ganando velocidad hacia el fin de aquel siglo, cuando los apóstoles Juan y Pedro, así como Judas, advirtieron a sus lectores acerca de lo que estaba sucediendo ya en la iglesia (1 Juan 2:18-27; 4:1-6; 2 Juan 7-11; 3 Juan 9,10; 2 Pedro 2:1-22; 3:1-5,17; Judas 3-19). Después de la muerte de todos los apóstoles, ya no existía ninguna voz con autoridad indiscutible a favor de la verdad, una persona que pudiera poner fin a la avalancha hacia una religión falsa con su liderazgo tan impío--lo que por fin sobrevino a la mayoría de los que profesaban el cristianismo.
Los historiadores de la iglesia documentan los vastos cambios que tomaron lugar en el cristianismo en los siglos segundo, tercero, y cuarto. Un cambio temprano acerca del cual Pablo advirtió en Colosenses 2:8 fue el ingreso de la filosofía griega dentro del pensamiento y discusiones doctrinales de los cristianos. Esta filosofía, con sus sutiles distinciones y terminología abstracta, fue radicalmente diferente del punto de vista concreto del mundo que tenían los hebreos, lo cual es característico de las Escrituras. La tremenda afluencia de gentiles juntándose a la iglesia trajo con ella un acercamiento a los asuntos religiosos correspondientemente pagano, y particularmente griego---con las costumbres y tradiciones de aquella gente que tuvo su inevitable efecto en la iglesia. Una de las evidencias claras de la influencia pagana politeísta en la iglesia fue el surgimiento de imágenes, estatuas, íconos y reliquias de Cristo y María y los santos y la veneración que se les ofrecía---¡una práctica totalmente en disparidad con el desprecio que sentían los judíos e igualmente la iglesia de los apóstoles para con la idolatría en todas sus manifestaciones!
Otro importante cambio fue el surgimiento de los llamados "obispos monárquicos" y sus pretensiones a su autoridad regional en vez que a su autoridad puramente local. En el Nuevo Testamento, el término "obispo" (griego episkopos, superintendente) denota a uno que es también llamado "anciano" o "pastor". Estos tres términos se refieren todos a los mismos individuos dentro de una congregación local. Cada congregación tiene un cuerpo de ancianos o pastores que ejercen juntos la dirección y guía de ese cuerpo de cristianos. Estos hombres, también descritos como superintendentes, u "obispos", no tenían preeminencia uno sobre el otro en autoridad yresponsabilidad. Los historiadores han mostrado que gradualmente los más enérgicos o talentosos de entre este grupo ganaron autoridad sobre los otros y eventualmente vinieron a ser vistos como que si fuesen más que simplemente pastores-ancianos locales. El oficio o título "obispo" vino ahora a ser aplicado sólo a aquellos que eran superintendentes sobre algunas o muchas congregaciones y sobre un grupo numeroso de pastores. La región sobre la cual tales “obispos” llegaron a ejercer su autoridad empezó a llamarse su “obispado” o, después, su “diócesis.” Todo esto dio paso al desarrollo de una jerarquía eclesiástica enormemente organizada—lo que se demostraba ser muy ajeno al carácter de la iglesia primitiva y su modo de dirigir a los cristianos. Por fin terminó en elevar al hombre que ejercía el obispado en la capital del Imperio Romano—¡la ciudad misma de Roma! Este hombre dentro de poco iba a ser el “obispo” sobre la iglesia entera, llamándose “el papa”—título que quiere decir “padre de padres.” Tales desarrollos constituyeron dentro de la iglesia un liderazgo totalmente autoritario, en contra de la advertencia del Apóstol Pedro, en 1 Pedro 5:1-4. Finalmente todo esto dio paso a la afirmación de los papas que ellos mismos tienen autoridad absoluta sobre todos los cristianos y sobre todos los gobernantes y gobiernos del mundo,
terminando aún en la afirmación que ellos poseen la infalibilidad al pronunciarse oficialmente sobre la doctrina y las morales. Si uno se ve como un estudiante de la historia, puede llegar a entender qué inmensos fueron los cambios que acosaron el cristianismo y que prueban que la mayoría de cristianos profesantes—oficialmente la "Cristiandad" por este tiempo—¡vino a cumplir la profecía de la apostasía!
Otros cambios también contribuyeron a este cumplimiento. Uno fue la exaltación del celibato---el estado soltero---como un ideal "cristiano", con el surgimiento del movimiento monástico y con el establecimiento del celibato sacerdotal, tal como fue predicho por Pablo en 1 Timoteo 4:3. Originalmente, a los obispos se les exigió que fuesen casados y que hubiesen criado exitosamente a sus hijos, de tal suerte que estuvieran calificados "para cuidar a la Iglesia de Dios" (1 Timoteo 4:1-7). Ahora, lejos de requerirles su casamiento, les fue prohibido casarse, junto con todos los sacerdotes bajo ellos! Aun el surgimiento de una clase especial de sacerdotes era una parte integral de la apostasía, pues la iglesia apostólica no poseyó sacerdocio sino aquel de Cristo mismo como Sumo Sacerdote y ése de su pueblo como un cuerpo entero de creyentes como un "sacerdocio real" bajo él (Hebreos 5:5-10; 1 Pedro 2:1-10).
Con el surgimiento de una clase jerárquica especial dentro de la iglesia vino también el surgimiento de una religión sacramental, mediada a través de los sacerdotes. Entonces la salvación, y la justificación de los hombres bajo la base de la fe en Cristo, fueron sustituidos por todas las formas de ceremonias y obras pías: misas, penitencias, peregrinajes, indulgencias, y confianza en la intercesión de María y los santos. Las pocas referencias en la Biblia de María, la madre de Jesús, fueron señaladas para sostener una enorme superestructura por medio de la tradición y la leyenda, conduciéndola a su virtual adoración y a un lugar central para ella en la teología Católica y en la práctica devocional. La iglesia apóstata abandonó una forma simple de interpretación de la Escritura, a favor de lo que es llamado alegorismo, de acuerdo con el cual el texto inspirado podría ser entendido como que si dijera casi cualquier cosa que el interpretador quisiera leer en él. Esto abrió el camino para todo tipo de interpretaciones erróneas y doctrinas insólitas—¡con el resultado de una declinación más grande aún desde la verdad y un descenso más rápido hacia la apostasía!Cuando el Emperador Constantino hizo del "cristianismo" la religión oficial del Imperio Romano en los albores del siglo cuarto, el Papa Silvestre estaba deseoso de estrechar las manos con este gobernante mundano y su gobierno y colocar el fundamento por una unión de iglesia y estado--¡union que vendría a ser la maldición de Europa y Latinoamérica por muchos siglos subsiguientes! Junto con esta unión vino la santificación de la guerra y el servicio militar (del cual Cristo y sus apóstoles habían específicamente prohibido y del cual los seguidores primitivos de Cristo habían rehusado participar—una posición que está documentada en los escritos de los "padres de la iglesia"). Junto con esta santificación de la violencia vino eventualmente la doctrina espantosa de que la iglesia podía y debía perseguir y aun ejecutar a los "herejes"—la doctrina que fue usada para justificar el trato horrible, y verdaderamente bárbaro, de los disidentes y disidentes sospechosos durante la infame Inquisición. Tal doctrina pudo justificar también la matanza, por la Iglesia
Católica, de 50,000 protestantes en Francia, durante el Día de San Bartolomeo, en 1572, así como otras tales atrocidades innumerables a lo largo de los siglos, dondequiera regía el poder de Roma--¡y todo esto “en el nombre de Cristo”! En el nombre de Cristo, asimismo, la Iglesia envió a sus “soldados” para hacer la guerra de las Cruzadas en la Tierra Santa, matando a miles de personas a fin de que se estableciera o se mantuviera por allí su dominio. Algunos de los papas personalmente capitanearon a sus ejércitos en las batallas—el más famoso fue el Papa Julio II (rigió 1503-1513). Éste se consideraba a sí mismo como que si fuera un gran general militar. ¡Hay que contrastar al Papa Julio—que pretendía ser el Vicario de Cristo en la tierra—con el verdadero Cristo, el “Príncipe de Paz”—quien perdonó a sus enemigos con sus últimas palabras cuando murió!
La famosa obra de Eduardo Gibbon, La declinación y caída del Imperio Romano, documenta la pérdida gradual de la doctrina de la Segunda Venida de Cristo y del establecimiento del Reino de Dios en la tierra en su venida. Esta esperanza, tan preciosa para los primeros cristianos y para todos los serios creyentes de la Biblia hoy, cayó en la casi total oscuridad cuando la iglesia se convirtió en apóstata y empezó a considerarse a sí misma el Reino de Dios ya establecido—ahora que ella había logrado un dominio masivo político, económico y militar en el mundo.
Cómo Apareció el "Hombre de Pecado”
Pablo les había recordado a los Tesalonicenses de que ellos ya sabían qué era eso que estaba deteniendo que el Hombre de Pecado se revelara (v.6). Él no sólo usó el neutro "que" en el verso 6, sino también el masculino "quien" en el verso 7. Dijo que algún poder ya en existencia, encarnado en algún individuo, estaba impidiendo y continuaría impidiendo la aparición del Hombre de Pecado hasta que eso o él no estuviera más presente en la escena. Extensos debates han generado pasión sobre la referencia de Pablo a este misterioso poder. Cualquiera o quienquiera que fuera, los lectores de Pablo sabían su identidad. Pero, ¿por qué parece Pablo reticente en mencionar esa identidad aquí? ¿Podría haber un peligro si lo hiciera? Una reciente teoría popular sugiere que el Espíritu Santo era y es quien está previniendo que el Hombre de Pecado sea revelado. Cuando el Espíritu Santo sea "retirado en el rapto de la iglesia”—así la teoría continúa—entonces se manifestará este Maligno. Pero parece no haber una buena razón para que no se mencione el Espíritu Santo, ¡si esto es lo que Pablo quiere indicar!Una posible solución puede ser hallada al considerar la famosa interpretación del sueño de Nabucodonosor (Daniel 2). La imagen que el rey vio en su sueño fue hecha de varios metales—la cabeza de oro, el pecho y brazos de plata, el abdomen y muslos de bronce, las piernas de hierro, y los pies de hierro y barro mezclados. Daniel interpreta que la imagen se refiere a cuatro grandes imperios, comenzando con Babilonia y Nabucodonosor mismo. Babilonia fue después conquistada por Medo-Persia, quien a su vez vino a su fin a manos de Alejandro el Grande y el Imperio Griego. El Imperio Griego fue absorbido y reemplazado al final por el Imperio Romano—el más duradero de todos los cuatro.
Una característica distintiva de este cuarto imperio es que fue interpretado por Daniel como teniendo dos etapas. La primera, representada en las piernas de hierro, ejercería un total control (2:40). La segunda o la etapa final de su imperio, simbolizada por los pies de hierro y barro mezclados, sería un imperio dividido o tendría una gobernación dividida. Sin embargo, todavía existirá en esta mixtura "algo de la fuerza del hierro" (2:41-43). Este cuarto imperio, en sus dos etapas sería finalmente reemplazado por un reino que Dios establecerá en esta tierra algún día (2:35,44,45). Parece claro por los detalles de la imagen y la interpretación inspirada de Daniel, que el cuarto imperio prolongaría su existencia por medio de esta segunda etapa hasta el final de la presente era de la gobernación humana. Este final marcará el inicio de la era o periodo de tiempo cuando Cristo gobernará el mundo entero (Mateo 25:31ff).
¡Daniel, en efecto, estaba dando un avance de la historia tal como realmente ocurrió mucho tiempo después de su propia existencia humana! El Imperio Romano, en su pleno dominio sobre todo aspecto de la vida, fue correctamente simbolizado por el hierro! Los emperadores gobernaron con mano de hierro, y durante su apogeo ninguno pudo escapar de sus garras. Pablo mismo vivió durante la primera etapa del Imperio Romano y supo que los emperadores tenían el poder de la vida o de la muerte sobre sus súbditos. Él sacó ventaja de este hecho cuando apeló a César, el emperador, para un juicio justo cuando supo que los líderes judíos estaban determinados a ejecutarlo. Los emperadores romanos continuaron teniendo este poder dentro de sus dominios hasta que la primera etapa del imperio vino a su fin y el último emperador, Rómulo Augústulo, perdió su trono, en 476 A.D. Las tribus germánicas se dividieron el imperio entre ellos mismos y establecieron el escenario para la segunda fase del Imperio Romano.
El vacío de poder en Europa que resultó de la desaparición de los emperadores no pudo durar indefinidamente. Había aún una institución en Roma que estaba determinada a revivir el imperio bajo su propio liderazgo, a pesar de la división ahora existente debido a las tribus rivales que se convertirían luego en la fundación de varias naciones de Europa. Esa institución fue, por supuesto, la iglesia, por ahora apóstata. Uno de los títulos principales de los emperadores—Pontífice Máximo o Supremo Pontífice—fue absorbido por el líder de esa institución, el papa. Los papas aseveraron y ejercitaron, como lo hicieron los emperadores antes que ellos, la autoridad y derecho de coronar y de deponer a los gobernantes bajo ellos. Esto vino ahora a ser la segunda etapa de Roma, y es llamado en la historia "El Santo Imperio Romano". Los cerebros a cargo de este estado final de Roma nunca renunciaron a su pretensión de tener el derecho de gobernar el mundo, y sus sucesores y representantes actuales están aún ocupados diligentemente, tratando de reinstalar sudominio, después de unos siglos llenos de desafíos dirigidos contra ellos, desafíos políticos así como religiosos.
Para regresar a nuestro tema de cómo surgió el Hombre de Pecado y por qué Pablo no identificó lo que estaba deteniendo su aparición, podemos ver que fue precisamente la existencia y presencia de los emperadores que hizo imposible el surgimiento del papado y su "Santo Imperio Romano" junto con la presente manifestación de Roma en el resurgimiento del poder Católico a través del mundo--la etapa final del cuarto imperio! Si Pablo hubiera nombrado al imperio de su día y al emperador como aquel que debía ser "sacado del camino" antes que el Hombre de Pecado pudiera surgir, esto pudiera haber sido usado contra él y los cristianos para que fueran acusados por traición o sedición. Pablo y los creyentes tesalonicenses sabían por Daniel que—en aquel entonces—el presente estado de "las piernas de hierro" de Roma tenía que llegar a su fin, pero no había necesidad de declarar eso en los escritos públicos, tales como cartas leídas abiertamente a la iglesia. ¡En cambio, había un peligro real en hacer eso! "Después de la acusación traída contra Pablo en Tesalónica (Hechos 17:6f.), cualquier alusión en cuanto al poder imperial sería mejor si se expresara en la forma más imprecisa, no sea que la carta llegue a unas manos improcedentes” (F. F. Bruce, en The New Bible Commentary, p. 1060).
Las Blasfemias del Hombre de Pecado
En el verso 4 Pablo describe las pretensiones blasfemas y arrogantes del Hombre de Pecado, "El cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto...haciéndose pasar por Dios." Nos podemos preguntar si los papas han cumplido esta profecía. Una simple mirada a sus exigencias y demandas por adulación y poder a través de los siglos verificará que verdaderamente ellos la cumplieron a la letra! No sólo han insistido ellos que están sobre todos los gobernantes de la tierra y gobiernos, sino que han demandado absoluta fidelidad y obediencia a sus subordinados. Ellos afirman tener las llaves del cielo e infierno y el poder de decidir quién es merecedor de entrar en ambos destinos. Sus teólogos los han llamado repetidamente: "Dios en la tierra" y les han rendido una adoración que sólo debe ser dedicada correctamente a Dios. Tan reciente como en 1870, el Papa León XIII declaró en una encíclica oficial: "Nosotros ocupamos sobre esta tierra el lugar del Dios Altísimo". Estas pretensiones del papado y las prácticas tocante a ellas se encuentran repetidamente en los anales históricos. ¡La Iglesia Católica no ha ocultado su afirmación acerca de lo que supuestamente son los papas ni acerca de lo que ellos representan! La blasfemia más trascendental se declaró en 1870, en forma de dogma oficial, cuando la Iglesia pronunció infalibles a los papas, es decir, incapaces de errar al enseñar acerca de la fe y de las morales. Este dogma los exalta más allá de las Escrituras mismas, y así los papas llegan a ser la autoridad final y los árbitros en todos los asuntos de la religión.
Adicionalmente, el Hombre de Pecado "se sienta en el templo de Dios". Traducido literalmente, "él toma su sitio" en el templo de Dios. El "templo de Dios" en todas las otras cartas de Pablo es siempre figurativo, refiriéndose a ambos, al cuerpo de un creyente o a la iglesia como un todo. En aquellas cartas el término nunca se refiere a un edificio literal en Jerusalén. Esto respaldaría elpunto de vista de que él está expresando que el Hombre de Pecado se levanta como líder de la iglesia—¡él usurpa un liderazgo que no le pertenece a él! Es significativo que el papa llama a su
ministerio o dominio "la Santa Sede". En este caso, la palabra "sede" viene del latín sedes, "asiento". El equivalente griego es kathedra, de la cual obtenemos la palabra "catedral"—la iglesia en donde está localizado el asiento o trono de un obispo Católico. También es sugestivo el hecho de que al papa se le suponga infalible cuando él se pronuncia sobre una doctrina ex cátedra, esto es, ¡desde el asiento de su autoridad!
El papa es un gobernante temporal así como un regidor religioso o espiritual. Él gobierna su propio territorio soberano el cual es independiente de Italia—La Ciudad del Vaticano. Antes de 1870 él gobernó toda la ciudad de Roma y también los así llamados Estados Papales, un área grande en Italia central. Las naciones del mundo le enviaron y le continúan enviando sus embajadores, tal como ellas lo hacen con cualquier otra nación o gobernante político. Todo este tiempo él afirma ser "el Vicario de Cristo", el representante de Uno cuyo reino no era "de este mundo" (Juan 18:36). La palabra vicario viene del latín vicarius, que quiere decir uno que sirve de sustituto o agente para otro. La misma raíz quiere decir “en el lugar de.” Es la raíz de nuestra palabra vice, como en vice-presidente—el hombre que se coloca en lugar del presidente en caso de una reciente muerte o incapacidad de éste. La preposición griega que expresa la misma idea es la palabra anti, como en Mateo 2:22, donde Arquelao llega a ser rey anti, en lugar de, su padre Herodes. Esto indica que la forma griega para expresar “ El Vicario de Cristo” es, en efecto, ¡El Anticristo! El papa, con sus propias pretensiones de ser Vicario de Cristo, se pronuncia a sí mismo un Anticristo. Una simple lectura de la primera y la segunda epístolas de Juan puede revelar las características de los que pueden ser llamados “Anticristos.” ¡La historia nos enseña que los papas, por sus pretensiones y muchas veces por sus morales, cumplen bien ese rol!
El Hombre de Pecado continuará en ese rol de usurpar la posición y autoridad de Cristo hasta el regreso de Cristo mismo. El Señor Jesús lo derrocará "con el espíritu de su boca y destruirá con el resplandor de su venida" (v.8). Mientras tanto, esta pretensión y el poder de este líder son mantenidos por Satanás mismo, a través de falsos milagros, señales, y maravillas, y toda suerte de engaño y maldad (versos 9,10). La iglesia verdadera, constituida de aquellos que aman a Cristo y la justicia y que han sido salvos por su gracia, continúan siendo odiados, despreciados y perseguidos por la iglesia apóstata y su liderazgo papal. Los papas continúan buscando el poder, prestigio, adulación, y riqueza de este mundo; y demandan que sus seguidores les sigan ofreciendo estas cosas a ellos junto con su total obediencia. Por contraste, todos los que aman, creen y obedecen la Palabra de Dios deben reconocer lo que es la iglesia apóstata y cómo el papado cumple la profecía del Hombre de Pecado. ¡Este reconocimiento fortificará y preparará a la verdadera iglesia para que pueda resistir los engaños y las persecuciones que siguen siendo el orden del día para la falsa iglesia de Satanás! ¡Es esencial que el pueblo de Dios nunca se deje ser extraviado por las palabras dulces, pero mentirosas, del Hombre de Pecado y sus siervos!

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